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La conjura contra América, de Philip Roth
Roth, septuagenario, se planteó un proyecto sorprendente: una historia en la que el aviador Charles Lindbergh, notorio antisemita, se convierte en presidente de los EE.UU. y pacta con los nazis la neutralidad estadounidense, como primer paso hacia la eliminación de los judíos del país. El punto de ruptura de esta historia alternativa es improbable, pero no imposible: la candidatura de Lindbergh, aunque sin grandes apoyos, llegó a plantearse en el seno del Partido Republicano.
A partir de ahí, la labor de Roth se desarrolla en dos vertientes inhabituales en el subgénero de la ucronía, pero sin duda lógicas en el contexto del trabajo del autor. Por un lado, nos cuenta «la gran historia» con un tono documental, a veces excesivamente detallado, con el que explica la evolución de los acontecimientos en los EE.UU. sin escatimar referencias a los personajes que pudieron tener un papel en el desarrollo histórico propuesto; la mayor parte de ellos son desconocidos para el lector español, aunque Roth incluye un epílogo en el que traza pequeñas semblanzas históricas de algunos. Pero principalmente nos detalla las desventuras de los Roth, judíos de un suburbio de Newark, que asisten como espectadores al germen de un movimiento filogermánico en el seno de los EE.UU. y que llega a dar los primeros pasos hacia una segregación total de los de su etnia.
En este punto, por supuesto, Roth convierte la novela en algo sobresaliente. Son los ojos de un pequeño de nueve años, Philip, obvio trasunto «ucrónico» del autor, los que transmiten al lector las progresivas desgracias que se ciernen sobre la familia: la marcha de un sobrino para luchar con los ingleses contra Hitler, el rechazo de los ciudadanos de Washington a la familia en una visita turística, la necesidad del padre de abandonar su modesto trabajo como vendedor de seguros y convertirse en cargador de frutas para evitar la diáspora...
Roth, septuagenario, se planteó un proyecto sorprendente: una historia en la que el aviador Charles Lindbergh, notorio antisemita, se convierte en presidente de los EE.UU. y pacta con los nazis la neutralidad estadounidense, como primer paso hacia la eliminación de los judíos del país. El punto de ruptura de esta historia alternativa es improbable, pero no imposible: la candidatura de Lindbergh, aunque sin grandes apoyos, llegó a plantearse en el seno del Partido Republicano.
A partir de ahí, la labor de Roth se desarrolla en dos vertientes inhabituales en el subgénero de la ucronía, pero sin duda lógicas en el contexto del trabajo del autor. Por un lado, nos cuenta «la gran historia» con un tono documental, a veces excesivamente detallado, con el que explica la evolución de los acontecimientos en los EE.UU. sin escatimar referencias a los personajes que pudieron tener un papel en el desarrollo histórico propuesto; la mayor parte de ellos son desconocidos para el lector español, aunque Roth incluye un epílogo en el que traza pequeñas semblanzas históricas de algunos. Pero principalmente nos detalla las desventuras de los Roth, judíos de un suburbio de Newark, que asisten como espectadores al germen de un movimiento filogermánico en el seno de los EE.UU. y que llega a dar los primeros pasos hacia una segregación total de los de su etnia.
En este punto, por supuesto, Roth convierte la novela en algo sobresaliente. Son los ojos de un pequeño de nueve años, Philip, obvio trasunto «ucrónico» del autor, los que transmiten al lector las progresivas desgracias que se ciernen sobre la familia: la marcha de un sobrino para luchar con los ingleses contra Hitler, el rechazo de los ciudadanos de Washington a la familia en una visita turística, la necesidad del padre de abandonar su modesto trabajo como vendedor de seguros y convertirse en cargador de frutas para evitar la diáspora...
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