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28 febrero 2008

La influencia de la Iglesia Católica en España

El presente artículo tratará de desmontar dos opiniones bastante extendidas, en general, en la derecha política española: 1) que el mantenimiento de la Iglesia Católica es interesante para la eutaxia española, y 2) que tras su caída ascenderían otras supercherías aún más nefandas.

Para responder a estas dos cuestiones deberíamos plantearnos cuál es realmente la influencia de la Iglesia Católica en la sociedad española. Una vez determinada esta, podremos decidir si esa influencia es tan positiva o, incluso, si resulta prescindible.

Es innegable que el peso de la Iglesia en España, al contrario de lo que sucedió en el resto de Europa, supuso en su momento un freno decisivo, salvo alguna rara excepción, para el auge de la superchería y la superstición. En la actualidad, dado el descenso en las vocaciones sacerdotales, el descenso en el número de católicos practicantes, etcétera, es probable que la propia Iglesia vea con buenos ojos un auge de la “espiritualidad” aunque sea materializado en la superstición y la superchería a fin de mantener un “terreno abonado” sobre el que poder sembrar después, y recuperar esas ovejas descarriadas.

En cuanto a la influencia de la Iglesia en España, podemos advertir tres líneas: 1) una influencia gravitatoria, 2) una influencia instrumental y, 3) una influencia intercalar. No podemos desarrollar aquí cada una de estas líneas de influencia –para ello nada mejor que acudir a la fuente: La influencia de la religión en la sociedad española, varios autores, Libertarias/Prodhufi, 1994-, pero sí podemos dar alguna nota que nos ayude a comprender esta división. Mejor con ejemplos:

En el caso de la “influencia gravitatoria” la masa institucional religiosa ocupa por si misma una parte del espacio total, bloqueando otros contenidos alternativos susceptibles también de ocuparlo. A la simple realidad de la Catedral corresponde una influencia gravitatoria que podría medirse por la resistencia que opone a la presión urbanística que se hará sentir, suponemos, en el casco antiguo en la forma de proyectos de derribo de edificios antiguos, incluidos los templos a fin de sustituirlos por nuevas iniciativas laicas (jardines, pabellones universitarios, edificios residenciales o almacenes comerciales).

Alguna vez se ha comentado que una de las redes más eficaces para el control de la población de las que disponía la Iglesia Católica en España fue la red de confesionarios distribuida por todo el país (una red que ejercía la función de una red de consultorios psicológicos o psiquiátricos de utilidad indiscutible).

Influencia instrumental. Las instituciones o ceremonias religiosas influyen en calidad de instrumentos de funciones genéricas que, al menos en principio, podrían ser desempeñadas por instituciones no religiosas. Un hospital o un centro de enseñanza sostenidos por una Iglesia son hoy las formas más ordinarias de influencia instrumental en la sociedad por las instituciones religiosas.

La Iglesia Católica ha mantenido un control mayoritario sobre los “ritos de paso” en España (nacimiento/bautismo, edad de la razón/primera comunión, matrimonio, fallecimiento), así como bautizando o bendiciendo instituciones o ceremonias inicialmente laicas (en algún tiempo era frecuente la ceremonia de bendecir una cafetería).

Por último, observamos una influencia intercalar: se funda en la intercalación de los procesos sociales y económicos de las instituciones religiosas. El pleito civil, reivindicativo de propiedades inmobiliarias, promovido por una orden monástica frente a otra asociación religiosa de confesión diferente, pone en movimiento una parte de la maquinaria judicial del Estado y proporciona trabajo a abogados, fiscales y jueces.

También sería intercalar tanto la vocación ecuménica de la Iglesia Católica que ha inspirado una y otra vez políticas independentistas de diversas regiones dadas dentro de algunos Estados, como el fomento de las lenguas regionales capaces de mantener a distancia a los feligreses de la lengua del Estado poco amigo.

En resolución, no podemos negar que España ha recibido, desde los tiempos de su constitución como Imperio, hasta el imperio de la Constitución del 78, una gran influencia. Lo que hemos tratado de demostrar, acaso groseramente, solo con ejemplos, es que esta influencia es prescindible en la actualidad ya que se reduce a meras pautas psicologistas o conductuales, para las cuales ya disponemos de un ejército de psicólogos y psiquiatras; a labores genéricas de índole muy variada, para las que tenemos un cuerpo de maestros o de médicos de alto nivel; o para especular en Gescartera o con bienes inmuebles, para los que ya se bastan los Albertos o el sector público y privado.

25 febrero 2008

Castro y Sarkozy

[Publicado en Disemdi, el 26/02/08]

Tengo ante mí el ejemplar de un periódico –da igual, el que sea-, de hoy mismo, lunes, 25 de febrero de 2008. En las páginas de Actualidad –en otros casos será en Internacional- aparecen dos noticias resaltadas con igual alarde tipográfico (quiero decir: con la misma importancia para el equipo de redacción).

La primera noticia dice: Raúl Castro sucede a Fidel y seguirá con la revolución. La segunda dice: Nicolas Sarkozy, a un agricultor: «Lárgate, pobre gilipollas».

La repercusión de ambos hechos han sido los que han sido, pero me pregunto cuál hubiera sido la reacción de los medios, y de los pueblos, en caso de haberse producido exactamente al revés; esto es, si Fulanito de tal hubiera sucedido en el gobierno de Francia a Sarkozy y, en la otra noticia, Fidel Castro le hubiera dicho a un agricultor: «Lárgate, pobre gilipollas».

Seguramente estaríamos hablando de un ejemplo más de la dictadura que padece el pueblo cubano.

13 febrero 2008

Anulación del Concordato

[Publicado en Disemdi, el 19/02/2008]
Por más que lo pienso no logro tomar una posición referente a quién beneficia toda esta agria disputa Iglesia-PSOE previa a las elecciones del 9-M. Por lo que cuentan por ahí ganan todos con esta polémica, aunque yo no lo tengo tan claro porque siempre pensé que esto de las elecciones era un juego de suma cero, en donde unos ganan y otros pierden...

Si recopiláramos las declaraciones de los obispos aparecidas en la prensa en los últimos tiempos descubriríamos que la Conferencia episcopal española posee un verdadero programa político digno de presentar en unas elecciones generales. Además, la Iglesia ha adoptado en España el papel de auténtica oposición política porque, a cada norma aprobada en el Parlamento, ellos han realizado su oportuna crítica amparándose en categorías políticas, económicas, sociológicas (así, advierten sobre riesgos en el sistema de seguridad social, la familia como institución, desintegración de la nación, etcétera).

Este recurso a la crítica constante frente al Gobierno de la nación no debería parecer extraño a los ciudadanos ya que, desde San Agustín, la Iglesia se ha constituido como un reducto de libertad frente a las imposiciones del Estado. Por otro lado, como ha dicho el profesor Gustavo Bueno, la Iglesia dirige su discurso a los fieles, pero no hay que olvidar que estos mismos fieles son luego los que van a votar en las elecciones del 9-M. En este sentido, nada que objetar.

Ahora bien, “rebus sic stantibus”, estando así las cosas, se me ocurre sugerir que se anule de una vez el Concordato entre España y la Santa Sede de 1953, así como los acuerdos de 1976 y 1979. En su lugar, que la Conferencia episcopal española concurra a las elecciones, y se le aplique la Ley de financiación de partidos políticos. Como actualmente no poseen ningún escaño en el Parlamento, pues cero euros de financiación. A ver qué pasa.

Para terminar, me permito sugerir a la Conferencia episcopal, de cara a unas hipotéticas elecciones, que deberían aclarar en su programa electoral esa vieja polémica que nos tiene a todos atónitos y suspensos sobre si el infierno existe y es eterno.

Parece ser que el pastor alemán que gobierna en la actualidad la Iglesia católica ha dicho recientemente en una misa en Roma que en el mundo moderno mucha gente, incluidos algunos creyentes, se han olvidado que “si no admiten la culpa y la promesa de no volver a pecar, se arriesgan a una condena eterna, el Infierno."

Yo veo aquí un problema de proporcionalidad. Si la condena es eterna, esto es, superior a la cadena perpetua recogida en tantos códigos penales, pongamos: en la práctica podría llegar a los 50-60 años, o más aún dependiendo de lo que dure el preso, entonces el delito que Benedicto imputaría al reo debería ser algo sumamente abominable. Realmente no puedo imaginar las barbaridades que se le pueden pasar por la cabeza a este señor Ratzinger que le empujan a amenazar a la gente –“incluidos algunos creyentes”- con tamaña pena. Quién sabe. De ganar el Partido Popular estas elecciones igual descubriríamos en él un notable Ministro del Interior.

06 febrero 2008

¡Que no se entere la servidumbre!

[Publicado en DISEMDI, Sección Cultura, Juan Carlos Paredes, 5/02/08]
Siempre me ha parecido muy efectiva una cita aportada por el profesor Gustavo Bueno en relación con las reacciones que, en una sociedad como la europea del siglo XIX, pudieron tener algunos grupos frente a las novedosas teorías sobre la evolución de las especies (Darwin, Wallace, Huxley…).

Esta cita, recogida también por Pfeiffer, se refiere a aquellas damas de la Inglaterra victoriana que, tras escuchar una docta exposición sobre las nuevas doctrinas, exclamaban: “será verdad que descendemos del mono, pero, por lo menos, que no se entere la servidumbre”.

Esta anécdota la ha empleado Bueno en multitud de artículos y conferencias, especialmente para ilustrar el engaño y la falta de rigurosidad histórica de las posiciones del llamado nacionalismo fraccionario (gallego, vasco, catalán, y ahora también andaluz, etcétera). Así, dice Bueno al referirse a las lenguas: “se critica que el español fue la lengua del imperio, pero por eso se enriqueció como lengua. Parece como si se quisiera ocultar que hubo un imperio español…”, o, al menos, pensarán los nacionalistas, que no se entere la servidumbre.

Recientemente he podido leer en el último ensayo del antropólogo David Lewis-Williams, La mente en la Caverna, Akal, 2005, otra cita similar que no me resisto a incluir aquí por su interés, como dato histórico, al margen de que, como en el caso anterior, esta cita dé bastante juego a la hora de establecer distintas analogías en el presente:

“El conflicto público más famoso tuvo lugar en 1860 en una reunión en Oxford de la British Assotiation. De nuevo, Darwin no estaba presente. Había una gran expectación, ya que era del dominio público que la Iglesia, personificada en el obispo Samuel Wilbeforce, se disponía, como el propio obispo decía, a «aplastar a Darwin». El acontecimiento sobrepasó hasta las expectativas de los bulliciosos estudiantes. En uno de los disparates más infames de la ciencia, Wilbeforce preguntó a Thomas Henry Huxley si descendía de un mono a través de su abuela o de su abuelo.

(…) Cuando le fue planteada esa absurdamente chistosa pregunta, se le oyó murmurar, «el Señor lo ha puesto en mis manos». Cuando se levantó para responder al obispo, Huxley dijo que prefería descender de un mono a hacerlo de un obispo que prostituía los dones de la cultura y la elocuencia al servicio de la falsedad.”

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