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22 octubre 2006

Alejandro Magno y el Arte. IV – Marxismo

JUAN CARLOS PAREDES: En la página 11 de tu libro mencionas algunas interpretaciones marxistas que consideraban a Alejandro como “símbolo prototípico de la explotación, poniendo al servicio de los príncipes macedonios las riquezas de un Oriente dominado por las armas, los saqueos y las masacres”. Me ha parecido que presentas esta afirmación con un tono irónico, pero pido disculpas por anticipado si no fuera así. Al hilo de esta afirmación, me gustaría saber tu opinión sobre los siguientes aspectos: ¿No fue la masacre de Tebas una confirmación de estas teorías? ¿Además del genio y de la personalidad de Alejandro, se puede sostener con rigor que el hecho de que esa sociedad se sustentara gracias al régimen esclavista no tiene nada que ver con su máximo apogeo y expansionismo; o, de otro modo, el arte griego habría sido el mismo sin el sistema esclavista?

Stephen Hawking, en el prólogo de su didáctico libro Historia del tiempo, nos cuenta que un amigo le aconsejó que no incluyera demasiadas formulaciones matemáticas en sus explicaciones ya que, en su opinión, por cada fórmula que apareciera en su libro perdería 50.000 lectores… Me da la impresión de que actualmente, desde la caída del Muro de Berlín, por cada comentario que se hace criticando al materialismo histórico un autor gana 100.000 lectores… ¿Realmente estás convencido de que no tienen ninguna validez las interpretaciones materialistas sobre este período de la Historia? ¿Y de la Historia en su conjunto?

FERNANDO DE OLAGUER-FELIÚ: Los acontecimientos de Tebas, el esclavismo (que, por cierto, Alejandro no practicó ni aceptó de buen grado, a pesar de ser costumbre y normalidad tanto en occidente como en oriente) y el expansionismo y conquistas llevadas a cabo por su idea de la unificación de los pueblos son, en el caso concreto de Alejandro, los puntales de las tesis marxistas para su teoría de “un personaje explotador”… Y son los puntales que la ideología comunista siempre atribuye a toda la figura histórica (masacre, subyugación y dominio), menos, claro está, a Lenín, Stalín y demás héroes de la corriente…

Pero no voy a entrar en eso: lo importante, al mencionar en el libro estas teorías marxistas es ejemplarizar la cantidad de hipótesis, tesis e interpretaciones que se han dado en torno al carácter, la figura y las acciones de Alejandro: desde posturas de la derecha, hasta posturas de la más extremada izquierda… Es decir: en ningún campo del pensamiento la personalidad de Alejandro ha sido indiferente (eso es lo que quiere decir ese fragmento del libro, sin entrar en más disquisiciones).

Y si volvemos a la
primera pregunta para clarificarla aún más: verás que las distintas versiones no afectan a “lo que hizo” y “cuándo se hizo” (acciones y cronología), sino a matizaciones partidistas o personalistas, pero sobre hechos acaecidos (probados) que, en realidad, no se discuten.

1 comentario:

  1. No me parece mal sitio para tratar estas cuestiones, Chadwick. Supuestamente este espacio estaba reservado para hablar de Alejandro, marxismo, y demás, pero la actualidad manda y las próximas elecciones de Nicaragua reclaman nuestra atención. Vaya por delante que este lejano país me trae gratos recuerdos por las largas charlas que mantuve con un viejo amigo destinado allí hace algún tiempo. Tras la sorpresa que me llevé al averiguar la identidad de otro participante en el blog (Bizarro) no caeré ahora en la tentación de hacer cábalas sobre quién se pueda esconder tras el pseudónimo “Chadwick” motivo por el cual dejo anotada la anécdota y paso a dar cuenta de la propuesta que tenemos sobre la mesa:

    He tardado algún tiempo en escribir porque confieso que he seguido muy de lejos el proceso electoral nicaragüense. No he tenido más remedio que rastrear por Internet y hacer acopio de todo el material que he podido. Me resulta difícil hacerme una composición de lugar lo más certera posible de una realidad tan compleja como la de aquel país. Lo peor de todo: la sensación de que cuanto más lee uno sobre el tema menos comprende nada. Porque el caso es que igual Ortega no se llegó a retirar del todo. Es lugar común que ha pactado con los liberales el porcentaje de votos necesarios para pasar a una segunda vuelta en las próximas elecciones; y además, la presencia en los comicios de un grupo sandinista “renovador” me produce cierta perplejidad por si acaso es cierta la acusación de corrupción en los sandinistas “de toda la vida”. ¿Es verdad que Daniel Ortega vive en una mansión que le confiscó en su día al que hoy se presenta como número de dos de su lista electoral? No lo sé, igual estoy confundiendo a unos con otros pero me late que no debo ser el único en tener esta impresión. Esperaré pacientemente al recuento de votos y buscaré los comentarios de los analistas para ver qué ha pasado y, sobre todo, descubrir si el futuro de Nicaragua podría tener alguna similitud con aquella experiencia postrevolucionaria, no tan lejana, en la que se logró reducir el analfabetismo de un 50 a un 13%, solo por citar alguna cifra realmente impactante.

    En cuanto a las analogías con Castro… en el blog ha habido algún debate sobre Fidel pero la cuestión que nos planteas, Chadwick, es nueva y sorprendente. Pienso que hablar sobre Cuba resulta de por sí problemático por lo que dudo mucho que la inclusión de nuevos ingredientes pueda aportar algo realmente decisivo. Castro está a punto de morir y yo todavía no me he parado a meditar sobre lo que pasará a partir del luctuoso hecho. Creo que ahí está el “quid” de la cuestión.

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