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10 agosto 2006

“Pensamiento Alicia” de Julio Paredes (sobre Israel y Palestina)

El presente trabajo está basado en el artículo publicado por el profesor Gustavo Bueno en la revista digital EL CATOBLEPAS en su edición de noviembre de 2005. En un primer momento –en realidad, la parte más extensa de esta intervención- daré unas notas generales sobre en qué pueda consistir el tipo de pensamiento denominado por Bueno como “pensamiento Alicia”. Después realizaré una reexposición crítica de la última intervención de JULIO PAREDES en el debate sobre el conflicto de Palestina como ejercicio de “pensamiento Alicia”.

I. Pensamiento Alicia. [Extractado del artículo citado]

Hay un tipo de pensamientos irreales, creados por personas individuales, que nos ofrecen descripciones o proyectos sobre sociedades futuras, felices y pacíficas. Se nos introduce en ese mundo irreal sin medir las distancias que guarda con el mundo real nuestro; se nos presenta un mundo visitable y visitado de hecho por los hombres, a la manera como Alicia visitaba, según Carroll, el País de las Maravillas. Es a este tipo de pensamiento al que llamamos «Pensamiento Alicia».

Lo característico del «Pensamiento Alicia» es precisamente la borrosidad de las referencias internas del mundo que describe y la ausencia de distancia entre ese mundo irreal y el nuestro. Afirmo que la «Alianza de las Civilizaciones» es un proyecto que tiene todas las características del tipo de pensamiento que hemos denominado «Pensamiento Alicia». El pensamiento de una «Alianza de las Civilizaciones» nos pone ante un escenario planetario muy próximo en el cual las civilizaciones realmente existentes habrán dejado de alimentar sus conflictos y habrán olvidado sus guerras, llegando a comprenderse y abrazarse, aceptando unos los credos de los otros. «Esta es la casa de todos, sin diferencias, de los ricos y de los pobres, de los países con historia y de los que apenas tienen, de los que creen en Dios, o en varios dioses, y de los que no creen. Fue en esta sala –dice el Pensador (Rodríguez Zapatero) en su intervención ante la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York– donde tuve la certeza de lo necesario que resulta la Alianza de las Civilizaciones». De este modo cristalizó lo que ahora llamamos «Pensamiento Zapatero».

La alianza entre civilizaciones, en sentido estricto, es imposible, salvo que se esté dispuesto a destruir alguno de los aliados o todos. ¿Cómo hacer compatible la poligamia con la monogamia sin destruir uno u otro sistema, o ambos? ¿Y el derecho de propiedad? ¿Cabe una alianza entre civilizaciones que contienen entre sus instituciones la propiedad privada de los medios de producción y aquellas otras que consideran necesario destruir esta institución en nombre del comunismo? ¿Tiene algún porvenir, como modelo de civilización universal, el proyecto de Den Xiaoping de hacer de China un país con dos sistemas?

Pero las circunstancias formales que vacían de todo significado al proyecto de una Alianza de Civilizaciones tienen si cabe más fuerza que las circunstancias materiales. Una alianza entre civilizaciones presupone la posibilidad de representantes personales o comisarios de tales civilizaciones que sean capaces de pactar. Pero, ¿quién puede asumir con títulos fundados la representación de una «civilización» en el momento de tratar de establecer una alianza con otras?

¿Acaso la alianza entre la «civilización católica» y la «civilización musulmana» puede llevarse a cabo a través de la negociación entre el Papa de Roma y el Imán de Bagdad? ¿O es que se supone que las civilizaciones, entidades impersonales, pueden sin embargo establecer alianzas entre sí?

Pero hay algo más. No se trata sólo de un proyecto inocuo y de buena fe, de un libre ejercicio de «Pensamiento Alicia». Lo que en el terreno literario puede dar lugar a resultados agradables e inofensivos, el Pensamiento Alicia aplicado a asuntos de política y economía reales puede ser sumamente peligroso y ofensivo. En efecto, el Pensamiento Alicia desvía, por de pronto, la atención de los problemas reales, como puedan serlo los conflictos entre grupos o clases sociales, o entre ricos y pobres; desdibuja la realidad y transfiere sus problemas a una escala –civilizaciones– inasible por cualquier hombre práctico; encubre, bajo las fantasiosas ideas de las «civilizaciones», los problemas reales e impide centrarlos en sus quicios propios. Lo que el Pensamiento Alicia puede tener de interesante en el terreno literario lo tiene de vergonzoso cuando se aplica a la política y a la cultura como lo hace el Pensamiento Zapatero.

¿Queremos decir con esto que el Pensamiento Zapatero, el Pensamiento de la Alianza de las Civilizaciones no tenga porvenir?

En modo alguno, al contrario, en cuanto pensamiento. Precisamente su condición de Pensamiento Alicia puede abrirle la puerta de millones y millones de individuos con las entendederas sintonizadas para recibir este pensamiento (Cómo ganar amigos de Carnegie, una obra desarrollada según los métodos del Pensamiento Alicia, lleva ya vendidos varios millones de ejemplares).

Pero por mucho que progrese el Pensamiento Zapatero sobre la Alianza de las Civilizaciones, por muchas sesiones del GAN (Grupo de Alto Nivel, de la ONU), por muchas ONGs, reuniones, congresos, seminarios, libros y televisiones que se dediquen a desarrollarlo y cultivarlo, lo que no habrá avanzado ni un solo milímetro es la misma «Alianza de civilizaciones». ¿Cómo podría avanzarse hacia una alianza entre entidades imaginarias cuyos límites sólo pueden ser dibujados en el País de las Maravillas?



II. Pensamiento Alicia de Julio Paredes.

En mi opinión, la intervención de Julio Paredes puede considerarse un caso del tipo pensamiento Alicia. En su escrito observamos las principales características de esta posición, a saber:


- Se nos introduce en ese mundo irreal sin medir las distancias que guarda con el mundo real nuestro:

“Como los Capuleto y los Montesco de "Romeo y Julieta" de Shakespeare. Para mi no hay buenos y malos. Nadie tiene razón. Sólo hay odio. Así nadie puede plantear la cuestión. Siempre se dirá, este mató a ese y el otro a aquel. No llegamos a ninguna parte. No lo vemos, y no vamos a aportar ninguna solución al conflicto. Muy al contrario. Lo único que vamos a hacer es dar más razones a los que matan para que sigan matando. Si acaso, que se han olvidado de cargarse a alguien.

La sensación que se nos queda cuando termina "Romeo y Julieta" es lo estúpidos que somos. Porque todos lo hacemos a nuestro nivel. Todos matamos las ideas de los demás. Yo mismo lo estoy haciendo ahora.”

- Borrosidad de las referencias internas del mundo que describe y la ausencia de distancia entre ese mundo irreal y el nuestro:

“Recuperada esta sensibilidad y esta sensación de ser personas vulnerables y falibles, tenemos que tratar de entender que los buenos y los malos están a ambos lados (como en la guerra civil española, en que se asesinó por los dos lados)”.

- Nos pone ante un escenario planetario muy próximo en el cual las civilizaciones realmente existentes habrán dejado de alimentar sus conflictos y habrán olvidado sus guerras, llegando a comprenderse y abrazarse:

“Todos tenemos derecho a vivir, a tener una residencia ... en definitiva, tenemos que intentar ver a los dos contendientes, con sensibilidad. No tenemos derechos humanos porque lo ponga un papel. Tenemos que sentirlo. No hay que razonar que un judío o un musulmán tienen derecho a tener una residencia en la que vivir tranquilo. No lo razonemos, hay que sentirlo”.

- No se trata de un proyecto inocuo y de buena fe, desvía, por de pronto, la atención de los problemas reales, como puedan serlo los conflictos entre grupos o clases sociales, o entre ricos y pobres; desdibuja la realidad y transfiere sus problemas a una escala –civilizaciones– inasible por cualquier hombre práctico:

“Oriente próximo está secuestrado por la religión, la ideología y el nacionalismo. Estas tres están manipuladas por unos pocos, que son lós únicos que ganan algo con todo esto. Cuando el pueblo, todo él, unos y otros, se den cuenta por fin de esta manipulación, y quieran por fin vivir en paz, a estos pocos se les terminará el cuento.”

2 comentarios:

  1. Anónimo4:17 a. m.

    Por alusiones ...
    ... debo agradecer este inesperado protagonismo. Agradezco también la cuestión, pues atañe de lleno con mi modo de afrontar mi pensamiento político y, por extensión, a mi modo de ver el mundo y toda la realidad que nos rodea.
    Reconozco que tengo un modo pintoresco de ver la política. Lo normal es rendirse a una teoría política, y por efectos prácticos al partido político más próximo. Yo la política me la tomo como la filosofía: todos valen, pues todos aportan algo. Dependiendo del problema, será un filósofo u otro el que te ayude. En la política igual. Pero en la política es más exagerado.
    Un filósofo se estudia pues su teoría es perfecta. No cae en contradicciones, y se diferencia de otras por sus premisas. Por eso cuando yo hablo con alguien trato de llegar al punto de partida, pues ahí está la cuestión, y no en los detalles.
    ¿Qué ocurre en este blog y en todas las discursiones sobre política? Que resulta muy difícil ponerse de acuerdo. ¿Porqué? Porque uno dice Pepito mató a Menganito. La réplica nunca hablará de esto, sino que será del palo de: si, pero Jaimito mató a Jacinto. Así todos están contentos, porque nadie cuestiona nunca su teoría, ni la del otro, sólo se limita a fulanito y fulanita y claro ¡son todos tan realistas! ¡fulanito y fulanita! ¡todos los conocemos!
    Siempre lo cuento, así que lo haré otra vez más:
    Mi querido Sefo me dijo en cierta ocasión, hablando del mundo, algo parecido a lo que me dice ahora Juan Carlos Paredes: Eres muy infantil. GRACIAS. Todos los que hemos leido "La Historia de Sofía" de Jostein Gaarder nos emocionamos cuando da la moraleja: ser infantil es seguir aprendiendo. Por eso la protagonista del libro es una niña. Luego pasa el tiempo y todos lo olvidamos. Porque en el mundo que vivimos vende mucho más la gente que se siente segura de todo. Yo sigo dudando de todo ... y en política mucho más.
    Al grano grano. Alusiones:
    1-¿No mido distancias con el mundo real por hablar de Romeo y Julieta? Me parece lícito que si trato de dar una idea utilice cualquier ejemplo. Si no captas mi idea quizá me he explicado mal, pero se trata de ser pedagógico.
    2-¿Borrosidad de ideas? Más de lo mismo. Quizá no me he explicado bien, pero mi ejemplo de la Guerra Civil me parece claro.
    3-¿Las civilizaciones olvidan sus guerra y conflictos? Me parece que todas las teorías políticas tratan de alcanzar un mundo utópico de paz y armonía entre los individuos. ¿Qué teoría política no busca un mundo mejor?
    4-¿Desvío la atención de los problemas reales? Todas las teorías políticas, la tuya, la del otro y la del más allá, son eso, teoría. ¿Desvían la atención? En teoría no. Despues en un libro, dos, o muchos, te lo relacionan con el mundo real (tengan razón o no). Yo no pretendo escribir un libro, pero no me provoquen, o les suelto otro sermón como este.
    En definitiva, reconozco mi ingenuidad, pero la reivindico mi derecho a teorizar como hace todo el mundo. Pero como me pides ejemplos reales te los doy:
    1-¿Hacer compatible la poligamia con la monogamia? Turquía. Es un pais musulman, donde te puedes casar religiosamente con varias mujeres, pero por lo civil sólo con una.
    2-¿Alianza de civilizaciones? En la Europa Occidental ha existido. Si, por poco tiempo, pero ha existido. La famosa globalización la ha tirado por tierra, pero volverá. Después de la segunda guerra mundial en Europa se tendía a un continente donde todos podían convivir. Daba igual tu ideología, religión ... Pero la política intervencionista EEUU ha vuelto a agitar la convivencia que existía en Europa.

    En todo caso, mi visión positiva, que no tiene porqué ser cierta, radica en que tengo una concepción lineal de la historia que me dice que el hombre como especie avanza a un mundo mejor, con oscilaciones, pero si medimos grandes escalas, para mejor.

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  2. Julio Paredes (JP) ha decidido defenderse de la acusación de emplear argumentos del estilo “Pensamiento Alicia” en lugar de hacerse el ofendido y desaparecer de la circulación. Saludamos esta iniciativa por cuanto nos permitirá atar algunos cabos que acaso pudieron quedar sueltos en mi intervención anterior.

    En realidad, en su escrito de réplica, JP nos confirma el diagnóstico inicial de “Pensamiento Alicia” asumiendo globalmente esta posición: “en definitiva” –dice-, “reconozco mi ingenuidad, pero reivindico mi derecho a teorizar como hace todo el mundo”, y esto cuando nadie le ha negado tal derecho sino que más bien, lo que desde estas páginas electrónicas se realizaba era un análisis crítico –y aquí “crítica” en el sentido de “criba”, de “clasificación”- de su posición ante una cuestión de la máxima actualidad. Es por esto que no nos consideramos aludidos cuando JP denuncia que en “todas” las discusiones sobre política “todos están tan contentos porque nadie cuestiona nunca nada”. Pues bien, JP ya sabe que aquí el cuantificador “todos” está incorrectamente utilizado.

    El caso es que tampoco nadie ha acusado a JP de ser infantil, tal como insinúa en su comentario. Es sabido que el libro de Carroll no estaba inicialmente destinado a ser leído por niños, aunque posteriormente las necesidades editoriales aconsejaran este tipo de mercado para su obra. Mi escrito sobre el “Pensamiento Alicia” no pretende comparar la argumentación de JP con el de una niña diez años, antes al contrario, se trata de un tipo de pensamiento estructurado del que participan altas personalidades con grandes responsabilidades políticas a escala mundial. En cuanto al libro de Gaarder, que efectivamente todos hemos leído, dice Fernando Rodríguez Genovés en el primer número de EL CATOBLEPAS (1), que se trata de decirle a una adolescente cuatro o cinco verdades a medias sin hacerle perder la inocencia o sin que se enfurezca. Por esta razón, es probable que a la pobre Sofía, protagonista del relato, la tengan condenada más a un estado de “puerilidad” (con toda la carga despectiva que esta palabra comporte) que aquel otro de “infantil”. En realidad, como dice el propio Fernando Rodríguez Genovés, la mayoría de lectores de estos textos divulgativos no son jóvenes sino personas adultas que prefieren el ensayo triturado y el pensamiento hecho puré que los productos integrales (“que no saben a nada y, además, tienen trocitos…”).

    El caso es que la respuesta de JP, más que aclarar, nos introduce casi sin solución de continuidad en una espesa niebla, casi lechosa: “Yo la política me la tomo como la filosofía: todos valen, pues todos aportan algo”. Entramos ahora en el terreno del pluralismo cultural, o del multiculturalismo, según algunos.

    En el pluralismo cultural, como ha dicho Gustavo Bueno (2), cada esfera cultural tendría su propia estructura interna, que sería imposible entender desde fuera. Por ello cabrá decir, con Levi-Strauss: “Salvaje es quien llama a otro salvaje”. De este modo el relativismo cultural comenzará a asociarse a un “espíritu moderno”, el espíritu de la comprensión, de la tolerancia, del respeto por el “otro” y por su “sensibilidad”, que se contrapone al rígido, intolerante, ciego para todo aquello que no presupone una evidencia universal, por encima de cualquier sensibilidad individual o de grupo.

    Así que, JP, de acuerdo con el multiculturalismo, ¿qué rasgo de la cultura gíbara tomaríamos como ejemplo práctico de aquello que quisiéramos demostrar? ¿y de los yanomamis? ¿En qué caso práctico haríamos uso de la silla eléctrica, considerada esta como un elemento cultural avanzado, ya que presupone el dominio en el uso de la energía eléctrica?... En definitiva, ¿no crees en la evidencia de la superioridad de unas “culturas” frente a otras, tanto en el terreno tecnológico, como en el científico y aún en el político?

    Para terminar, aprovechando el formato pregunta-respuesta planteado al final de su réplica, daremos por finalizada nuestra intervención de hoy:

    JP: ¿No mido distancias con el mundo real por hablar de Romeo y Julieta?

    JCP: El problema no es la mención hecha sobre el drama de Romeo y Julieta. El problema es que para analizar una cuestión de política internacional se concluya que “no hay buenos ni malos”, “que nadie tiene razón”, “que solo hay odio”. Estas no son categorías políticas, más bien aportan un grado de psicologismo que no aclara nada y lo enturbia todo. Una vez determinado que “solo hay odio” estamos como al principio, no hemos resuelto nada y así volvemos a empezar en una sucesión “ad infinitud”.

    JP:¿Borrosidad de ideas?

    JCP: Es verdad que la borrosidad de ideas, a la vista de tu escrito, no viene dada inmediatamente al poner como ejemplo nuestra guerra civil... La oscuridad aparece posteriormente, con el uso que haces de este episodio de la historia de España. Decir que “tenemos que tratar de entender que los buenos y los malos están a ambos lados” supone una simplificación de la realidad. ¿De verdad es relevante este dato que aportas de la existencia de buenos y malos por ambos bandos? ¿Quiénes eran los “buenos” en el bando nacional, y en el republicano? Otro tanto se diga de los “malos” republicanos y los “malos” nacionales. ¿Arreglaría algo juntar a los “buenos” del bando nacional con los “buenos” del bando republicano? ¿No son más bien otras categorías, de orden político o histórico, las que mejor se ajustan para explicar procesos históricos y políticos?

    Un concepto es “borroso” u “oscuro”, en definitiva, cuando no podemos diferenciar sus partes componentes en donde todo se mezcla con todo.


    JP: ¿Las civilizaciones olvidan sus guerras y conflictos?

    JCP: Nuevamente JP introduce elementos psicologistas para referirse a cuestiones específicamente políticas o históricas. Así: “No hay que razonar que un judío o un musulmán tienen derecho a tener una residencia en la que vivir tranquilo. No lo razonemos, hay que sentirlo”. Aquí, JP, el problema surge cuando ambos grupos o “esferas culturales” se disputan el mismo territorio...

    En este caso el pensamiento Alicia entra en juego de forma inusitada. Parece que solo con cerrar los ojos muy fuerte y si nos concentramos en ello (wishfull thinking) todo se arreglará. “No lo razonemos, hay que sentirlo”.


    JC: ¿Desvío la atención de los problemas reales?

    JCP: “Todas las teorías políticas, la tuya, la del otro y la del más allá son eso, teoría”. Aquí nos encontramos con un argumento circular que nos lleva nuevamente al principio de la cuestión. “Todas las teorías son teorías” podríamos decir con JP para simplificar… No obstante, para romper esta tautología con que JP nos ha obsequiado, podríamos intentar otra cosa: entrar a discutir las diferentes teorías, sometiéndolas a contraste a fin de averiguar la potencia de unas con respecto a otras. Evidentemente, deberíamos descartar aquellas falsas teorías (como las psicologistas) que ni siquiera se estructurarían como tales.

    --- --- ---

    Las dos últimas cuestiones planteadas por JP resultan un tanto confusas, a saber:

    ¿Qué se pretende demostrar con el ejemplo turco: la vigencia de la Alianza de Civilizaciones debido a la coexistencia en Turquía de prácticas polígamas que están -no lo olvidemos, el propio JP así lo reconoce-, prohibidas por ley? El resultado en tal caso resulta fallido puesto que precisamente demuestra lo contrario de lo que se pretende: un estado que se “occidentaliza” con el objetivo de pertenecer al club europeo de la UE rechazando rasgos culturales que les son característicos por tradición histórica.

    ¿Así que en Europa ha habido Alianza de civilizaciones? ¿Tras la segunda guerra mundial? Dando por cierta esta teoría de la Alianza, que ya es mucho dar, sobre todo cuando JP no ha podido refutar ninguna de las tesis que la niegan, resulta sorprendente olvidar el fenómeno de la “guerra fría” que tuvo en vilo y al borde de otra guerra mundial no solamente a Europa sino al resto de estados mundiales. Pero si lo que de verdad se pretende es circunscribir la llamada “Alianza de civilizaciones” al contexto de la Europa occidental, entonces mal vamos, porque emplearíamos una nueva tautología del estilo “Europa occidental está unida consigo misma”, del mismo modo que los Estados Unidos estarían unidos consigo mismo”, y a su vez China consigo misma… de tal modo que obtendríamos una totalidad distributiva de miembros unidos cada uno consigo mismo… algo absurdo y descartable de antemano si se utiliza como refutación de la teoría que niega la llamada Alianza de civilizaciones. (Aparte del error de planteamiento que supone confundir “civilizaciones” con “estados”).



    NOTAS:

    (1) disponible en http://www.nodulo.org/ec/2002/n001p01.htm

    (2) disponible en http://www.nodulo.org/ec/2002/n002p03.htm

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