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01 febrero 2007

Apagón eléctrico.

Sin entrar demasiado en detalle, porque el tema está muy hablado a estas alturas, me veo en la obligación de dar aquí mi opinión sobre el llamado “apagón mundial contra los efectos del cambio climático” que tendrá lugar, dicen, hoy entre las 19.55 y las 20.00.

Al parecer, esta medida constituye una protesta por el derroche energético y el cambio climático. Algunos dirán que si no sale la palabra “libertad” en el eslogan de la protesta ellos no se sumarán… pero esto quizá sea lo de menos. Aprovechando la coyuntura también se denuncia la reducción de la capa de ozono, la extinción de las especies, el cambio en las estaciones, el cambio en el comportamiento de los animales (sic), el descenso del turismo, y otras curiosas cuestiones que no traeré a colación porque ya salían en la carta que el Jefe indio Seattle escribió en 1854 a un presidente de los EEUU cuyo nombre no recuerdo y además no me voy a levantar ahora a mirarlo.

Desconozco la repercusión que una medida de este calibre pueda tener para la causa de los participantes. En realidad, ni ellos mismos se ponen de acuerdo en el objeto de la misma. Según algunos, se trataría de comprobar, con datos empíricos, los efectos beneficiosos que un apagón generalizado de cinco minutos tendría sobre el “medio ambiente”… otros dirán que la cuestión está en comprobar la capacidad de movilización que las oenegés tienen sobre el público municipal y espeso –como diría Rubén Darío-. Cabe también la posibilidad de que esta medida sirva como un termómetro que nos indicara el grado de concienciación de la “sociedad civil” hacia estas cuestiones… por supuesto, nunca sabremos qué diablos significa esto de la “sociedad civil” y todavía menos –me temo- de boca de quienes se dicen miembros tal engendro conceptual.

En definitiva, cuando el reloj marque las 20.00, de nuevo encenderán sus calefacciones, sus monitores de televisión, sus adeseeles –para comentar por el Messenger con los colegas lo bien que se sintieron durante esos cinco minutos cinco de apagón-, acudirán a los centros comerciales y enviarán desde allí sus SMS –vía satélite- a la familia para regañar al abuelo, porque se dejó indebidamente encendida la luz del baño. Volverán, por tanto, a su condición de miembros de nuestra sociedad opulenta pero, eso sí, con la conciencia tranquila porque, durante cinco minutos cinco, contribuyeron con su granito de arena a hacer un poco más habitable este diablo mundo. ¡País!

7 comentarios:

  1. Anónimo5:49 p. m.

    A este paso estoy sopesando el preguntarme que quiere decir libertad. Entro: para que coño queremos tanta libertad, si seguimos derrochando energia (sea cual sea), animando la reducción de la capa de ozono, la extinción sistemática e inexorable de toda clase de especies, el cambio climático en su más amplio significado (casquetes polares que cada vez lo son menos, etc). Eso sí, el descenso del turismo es lo más importante, mira.
    Aunque las comparaciones son odiosas, (me gustaría releer algo sobre Globalización), esto me suena también a Davos, pero, quizá, en otra dimensión. Me gustaría desarrollar ésto.
    Los cinco minutos de esta noche están bien como toque de atención al excesivo consumo, pero cuando se arranquen nuevamente los aparatos y se ponga otra vez en marcha toda la parafernalia, no se va a recuperar con creces ese gasto que nos hemos ahorrado?

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  2. Anónimo10:35 p. m.

    Esto si que esta calentito, en menos de 1 hora tres entradas. ¡ESTO PROMETE! .Bueno, con ánimo sosegado y nada de mal humor, me parece que sólo son 5 minutos pero, todos juntos, podemos llamar la atención de nuestros vecinos, de los medios de comunicación y de los políticos sobre el impacto del consumo diario de energía. Se trata de una pequeña acción simbólica para mostrar a los políticos que la sociedad reacciona frente al cambio climático y les pedimos lo mismo.
    Sabemos que no somos la gente de a pie los que más energía gastamos o los que más CO2 producimos, esto lo hacen las empresas y justo el apagón es a las 8 de la tarde cuando la mayoría de las empresas están cerradas y por supuesto las que tienen producción las 24 horas, estoy segura, no van a secundar el apagón.
    A las 8 y 1 minuto tendremos todas las luces de casa encendidas, la televisión, la lavadora, el frigorífico y puede que hasta el aparato de música conectados a la red eléctrica (siempre que tengamos contratada la suficiente energía con la compañía eléctrica), significa eso que con lo del apagón no resolvemos nada y por eso no tiene sentido? púes bien, yo apuesto por el apagón quizás consigamos que cada uno de nosotros a lo largo de la tarde - noche nos acordemos de: no dejar corriendo el agua mientras nos lavamos la boca, apagar la luz del pasillo mientras estamos en la cocina o no poner la secadora cuando no está lloviendo.
    Se me ocurre pensar ¿nos hemos planteado cómo afecta al planeta el gusto que tenemos todos por vivir en un chalet? ¿Puede ser que la deforestación también afecte al cambio climático? Yo no tengo duda que el cambio climático está aquí. No le tenemos que temer porque estamos viviendo con el.
    Tengo claro que esto no es cosa de "todos" sino de cada uno, y por eso esta noche apagaré la luz a las 7,55. Además, alguien se puede resistir a un eslogan tan bonito "¡DEMOS UN RESPIRO A LA TIERRA!
    Un saludo a todos y ánimo que vivimos muy poco tiempo. Saludos.
    Mi intención era dejar mi opinión antes de las 7 pero la tecnología manda. Lo dicho ¡salud y a disfrutar!

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  3. Comentaré brevemente qué me sugieren las dos participaciones que me preceden. Hablaré con la ventaja que dan los días que han transcurrido desde la “fecha de autos”, es decir, desde el día del “apagón eléctrico” y conociendo, por tanto, el escaso seguimiento que tuvo esta propuesta (algunos hablan de una incidencia del 2’5%) pero para el caso, daría igual que el seguimiento tendiera a infinito porque el enfoque que pretendo dar a este comentario sería idéntico en ambos casos. Es “alternativo”, como se dice ahora. Seguramente sorprenderá.

    Salta a la vista la coincidencia en los argumentos… o acaso lo que destaca es lo hondo que ha calado el eslogan de la iniciativa. Lo digo porque ambos comentarios apuntan en la misma dirección. Así, esta medida “está bien como toque de atención” y “podemos llamar la atención de nuestros vecinos”. Vamos, que se trata de tocar. Me quedo, para mis propósitos, con la segunda acepción que nos da el DRAE de este término: “tocar: llegar a algo con la mano, sin asirlo” porque esto es precisamente lo que ha sucedido: toco pero no agarro, quiero pero no puedo, pego pero no doy… y en este plan.

    Da la impresión de que se están desempolvando los modos progres de la lucha de clases “light” sesentayochistas. Se critica el consumismo y el desarrollismo al tiempo que se participa en él. Se critica al sistema pero, eso sí, “desde dentro”, como “toque de atención”.

    Resulta que ahora hacemos la Revolución desde casa... ¡con la luz apagada!

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  4. Anónimo10:01 p. m.

    bueno, no creo que sea cuestión de tocar y no coger, de lo que se trataría sería de llamar de algún modo la atención. Por cierto el que en este momento y en esta sociedad se pueda "salir" del consumismos que me lo cuente. Lo mas que he sido capaz de hacer es intentar gastar con raciocinio. ¡ánimo pero sin entrar en un bucle!

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  5. El “bucle” se romperá cuando en el debate surja alguien, un eremita, que nos hable de las bondades de vivir en un estado de naturaleza, libre de ataduras tecnológicas. Alguien cargado de tantas razones que, ay, nunca podría comunicárnoslas ya que no está abonado a ningún proveedor de servicios de Internet.

    Mucho me temo, navera, que el tema no dé más de sí. Todo él resulta redundante y los argumentos circularistas. Supongo que a eso te refieres cuando adviertes del riesgo de caer en un “bucle”. Pues bien, tengo para mí que esta cuestión, toda ella, es un monumental “bucle”. Este “bucle” podría tener un radio mayor o menor: que abarcase magnitudes galácticas o que solamente llegase al contenedor amarillo más próximo a nuestro domicilio. En otras palabras: habrá quien pretenda llamar nuestra atención ante el inevitable e inminente fin del mundo –cuyo proceso ya se habría iniciado- o quien, más modesto, solo tenga la pretensión de vivir en un mundo más limpio y claro… tanto unos como otros vivimos presos del germánico yugo (que diría Ortega, aunque aquí diríamos del “yugo capitalista”) motivo por el cual, a mi modo de ver, todo se reduce a un problema de escalas. Mejor aún, de perspectivas.

    En otro debate sobre ecología, en este mismo blog, comentaba yo que el problema de nuestra sociedad (opulenta) es que han desaparecido las referencias. Los mitos que han movido al mundo desde tiempo inmemorial se tornan borrosos en la era del plasma y los kilopondios. Por esta razón inventamos relatos cuyo final nos llevan siempre, mira tú, al fin del mundo. Entramos en el “bucle” cuando nos creemos estos relatos pero, ante la gravedad del hecho (falso), nos limitamos a “llamar la atención”, a lamentarnos acerca de “la imposibilidad de salir del consumismo”, o a preguntarnos sobre la repercusión que tendrá sobre el medio “vivir en un chalet” o la construcción de campos de golf.

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  6. Anónimo6:22 p. m.

    Querido Juan Carlos, anónimamente he dejado mis comentarios en este blog en el tema ecológico. Estoy de acuerdo contigo en lo que dices por ahí arriba de que el tema no da mas de sí. Esto es como una partida de póker en la que espero que nos equivoquemos los "Lactancios", porque no quiero ni pensar en que puede pasar si los que os equivocáis sóis los que os lo jugáis al "todo o nada". Si resulta que yo era un exagerado pronosticando la subida de las aguas y bla, bla, bla..., pues a mí se me quedaría cara de tonto, pero si yo soy el que tengo en mayor medida razón, imagínate cómo se te quedaría a ti el cuerpo. Juegas demasiado fuerte.
    SALUD Y SUERTE.

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  7. Hola JACORU. Te considero un valor incuestionable en este blog. No dejes de participar en él, aunque ahora te encuentres tan lejos. Sé que estamos de acuerdo en la mayoría de los temas y que por esta misma razón intervienes poco: para no hacer redundante el blog… ahora bien, convendrás en que tenemos desatada una guerra sin cuartel en lo tocante a los ecológicos temas.

    JACORU, desconozco –porque lo ignoro- si has reparado en que utilizas la misma retórica progre que tanto daño ha hecho a este país en ese período que algunos han dado en llamar la Transición. “No quiero ni pensar qué puede pasar si los que os equivocáis sois los que os lo jugáis al todo o nada”… suena como aquel progre –que no cree en Dios- pero todavía reserva un pequeño espacio en su “conciencia” donde alojar la posibilidad de creer “por si acaso”. No vaya a ser que al final fuese cierto lo de la existencia de un Dios creador y su correspondiente Cielo y yo me lo vaya a perder. Total, no cuesta tanto creer “un poquito” y nadie se va a enterar…

    En el caso que nos ocupa, estamos, como tantas otras veces, diferenciando entre el hecho y la interpretación que damos a ese hecho. JACORU, nadie duda de los datos científicos que aporta Al Gore en su documental (ni tampoco de su abultada cuenta corriente) ni de la buena fe que empuja a las oenegés a promover apagones eléctricos y demás “llamadas de atención”, lo que desde mi posición me resulta intolerable es el salto que dan estos mismos científicos cuando directamente pasan a hablar del fin del mundo, como si supieran (desde el cierre categorial de su disciplina) en qué pueda consistir la idea de Fin, la idea de Mundo, o la idea de Fin del mundo.

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