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21 octubre 2008

Crisis


Me pregunto qué opinarán los liberales sobre la crisis económica y financiera que nos asuela… Que conste que, tras tantos años de dominio del discurso liberal (Reagan y Thatcher) y neoliberal (neocons), y del repliegue de la izquierda a raíz del derrumbe de la Unión Soviética, yo mismo había eliminado de mi mente, por inercia, posibilidades como "nacionalización de la banca", "regulación de los mercados", "nacionalización del sector energético", etcétera, etcétera...

Creo que, si al final es el Estado el que tiene que sacar de apuros a las empresas que ocupan sectores clave en nuestra sociedad (planes de pensiones, hipotecas, eléctricas, sanidad...) ¿no debería ocuparse de la gestión en algunos casos, o de su regulación, en otros? En definitiva, ¿necesitamos más pruebas sobre la necesidad de la intervención del Estado en la economía?

2 comentarios:

  1. Anónimo1:25 p. m.

    Comentario remitido por Sir Edwin Chadwick:

    Pues te voy a comentar mi opinión sobre lo que está pasando, alguna reflexión sobre lo que creo que deberían ser las cosas y, ¿por qué no?, alguna que otra duda.

    Esta crisis es un ajuste. Eso es innegable, aunque te suene a proclama liberal. Nos hemos pasado años avisando de que las rentabilidades del sector inmobiliario no daban para tanto y que muchos activos financieros de los que se transmitían entre las entidades estaban huecos o eran de altísimo riesgo si subía un poco la morosidad. Pero claro, todo iba tan bien que no se podía ser aguafiestas.

    La RSC (Responsabilidad Social Corporativa) me temo que va a ganar muchos adeptos en los próximos años. El accionista no es el único stakeholder.

    A ello ayudó claramente la avaricia. Y que no me digan que era cosas de consejeros delegados porque la gente más humilde se compraba un coche, o una casa, o se iban de vacaciones a unos sitios que sólo el crédito barato y miope podían hacer posible.

    Dicho esto también creo otras dos cosas que son las que más me hacen desconfiar del sistema tal y como está montado. Ambos desde el lado institucional y muy relacionados.

    El primero es la transparencia. ¿Podemos asegurar instituciones que garanticen la transparencia de las empresas y mercados?

    El segundo es la crisis de instituciones clave en todo este juego como las agencias de rating o los bancos centrales como tutores eficaces de la oferta monetaria.

    En cualquier caso, y volviendo a tu mensaje, parece que el estado puede echar una mano esta vez
    y no permitir romperse en añicos todo. Lo que dudo es que una economía tutelada constantemente por estado permitiera un crecimiento mundial como el que ha existido o garantizase un futuro más próspero. Me temo que sería como preferir quedarse cojo con tal de no caerse al correr.

    Y no te preocupes, porque el estado siempre ha intervenido en la economía, de hecho la mayor parte de los países tiene niveles de gasto público cercanos al 50% del PIB.

    La avaricia, sí.

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  2. Chadwick habla de la avaricia como uno de los factores que han podido influir en la actual crisis, que muchos han llegado a comparar con la de 1929... (teniendo en cuenta las terribles desgracias personales que acaecieron durante aquel periodo pienso que, mientras no nos anuncien el suicidio de don Emilio -don Emilio solo hay uno, la duda ofende-, no estaremos en condiciones de establecer comparaciones).

    Si entendemos la “avaricia” como figura en el DRAE -“Afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas”- entonces habría que establecer diferentes grados de avaricia porque, ni siquiera Chadwick podrá negar que entre las fabulosas indemnizaciones y contratos blindados de los ejecutivos de las grandes corporaciones y “la compra de un coche, una casa o unas vacaciones” por parte del público municipal y espeso media una proporcionalidad que no llega al infinito, pero, indudablemente, tiende a él. Así que, Chadwick, no hagamos recaer la culpa (“mea culpa”) en las clases trabajadoras, porque estas no han participado del “crecimiento mundial” en los mismas condiciones que las empresas. Mientras las empresas multiplicaban sus beneficios, los trabajadores han visto congelados sus salarios (con el fin de controlar la inflación, nos decían, como si los beneficios empresariales no la fomentasen).

    Lo del “ajuste” es algo que solo podremos conocer retrospectivamente. Si interpretamos este ajuste como un equilibrio en el precio de la vivienda, y en la desaparición de activos sospechosos, pues entonces parece que lo que se habrá impuesto es sencillamente la lógica del mercado. Si, por el contrario, lo que este “ajuste” nos está señalando es la quiebra del propio sistema, entonces la crisis es de mayor calado, y nos está diciendo que el mítico “modelo de gestión privada” tampoco nos asegura nada, y que después del caos económico siempre nos quedará el Estado.

    No se trata de preferir quedarse cojo con tal de no caerse al correr, se trata de, al menos, poder andar.

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