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15 diciembre 2006

Los calificativos del PP

Siempre he pensado que a Calleja le pierden las formas a la hora de manifestarse. Sin embargo, a veces, leyéndolo, uno puede abstraer la falta de educación, los malos modos, y el gesto agrio, así:

Los calificativos del PP
Por José María Calleja (EL CORREO DIGITAL, 14/12/06):

Aceptemos que reunirse con HB es inmoral, como sostiene Mariano Rajoy. Si eso es cierto, ¿cómo calificaría el máximo responsable del PP la reunión de cualificadas gentes de su partido con la banda terrorista ETA? ¿Cómo calificaría Mariano Rajoy que el Gobierno de Aznar se reuniera -en mayo de 1999- con los máximos dirigentes de la banda terrorista cuando no había pasado un año del último asesinato, el de un concejal del PP, Manuel Zamarreño, y con los asesinos de Miguel Ángel Blanco en libertad? ¿Qué calificativo se le ocurre al actual líder de la oposición para emplearlo contra los miembros de su partido que dieron la mano a Mikel Antza, máximo dirigente de la banda asesina, y a Belén González Peñalva, lugarteniente ejecutora de tantos crímenes? ¿Qué análisis hizo en su momento Rajoy de esa entrevista entre conspicuos representantes del Gobierno de Aznar y la entonces cúpula de la banda terrorista, con un obispo de por medio, y después de meses de conversaciones previas, hasta culminar en aquella mesa en Suiza? Mientras Rajoy, y los medios que aspiran a imponerle la agenda, buscan una respuesta, vamos a tratar de avanzar un poco en este asunto.
A mí me pareció un grave error que los dirigentes del PSE se reunieran con dirigentes de HB en un hotel de San Sebastián. Para mí, aquello fue una concesión simbólica por parte del Gobierno en un momento en el que los portavoces civiles de la banda, y la propia organización terrorista, se quejaban de la presión judicial y justo después de un debate en el Congreso de los Diputados. Aquello fue un grave error. Fue un error que produjo la ira desgarrada de Pilar Ruiz Albisu -la madre de Joxeba Pagazaurtundua y de Maite Pagazaurtundua-, sola, sin la compañía de otras víctimas, en su coherente dolor. Dicho esto, no me parece que por ese error deban ser detenidos los representantes socialistas.
La organización ultraderechista Manos Limpias se ha dedicado a judicializar todas las iniciativas políticas procedentes del Gobierno con un ahínco que echamos de menos, la verdad, en la tregua de 1998-1999. En aquella fecha, para los blandos de memoria, para los que hoy se rasgan las vestiduras anunciando el Apocalipsis todos los días, para los que se dedican a engordar el discurso de ETA a base de criticar, muchas veces sin fundamento, al Gobierno de Zapatero, ocurrieron los siguientes crímenes que conviene recordar.
El 12 de julio de 1997 la banda terrorista ETA asesinó al concejal del PP en Ermua Miguel Ángel Blanco. Lo hizo después de tenerlo sometido a la tortura del secuestro durante dos interminables días. Lo asesinó después de que en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) -y en el resto de España- se celebrase probablemente una de las manifestaciones más masivas de la historia, con presencia de todos los partidos políticos; todos, excepto HB.
El 11 de diciembre del mismo año, la banda terrorista ETA asesinó a José Luis Caso, concejal del PP en Rentería. Le descerrajó varios tiros en la nuca mientras cenaba en un bar de Irún. Un mes después, la banda asesina acabó con la vida del concejal del PP en el Ayuntamiento de Zarautz José Ignacio Iruretagoyena. Antes de acabar el mes, el 30 de enero de 1998, los terroristas de ETA tirotearon impunemente al concejal del PP del Ayuntamiento de Sevilla Alberto Jiménez Becerril y a su esposa, Ascensión García, cuando los dos salían de cenar de un restaurante en el centro de la ciudad con tres rosas para su tres hijos, huérfanos en ese instante.
El 6 de mayo de 1998 fue asesinado un hombre ejemplar, de extraordinaria calidad, humana, como toda su familia: Tomás Caballero. Concejal de UPN en el Ayuntamiento de Pamplona. Un mes y medio después, el 25 de junio de 1998, fue asesinado, mediante una bomba Manuel Zamarreño, concejal del PP en Rentería, sustituto de Caso en el Ayuntamiento, después de una larga campaña de acoso que preparó los caminos de su muerte.
Es decir, incluyendo el crimen de Miguel Ángel Blanco fueron asesinados cinco concejales del PP, uno de UPN y la mujer de uno de los concejales. Aquello fue una ofensiva brutal, sin precedentes, un intento sangrante por hacer desaparecer de la vida política vasca a un partido que defendía la Constitución española. La democracia nunca agradecerá lo bastante a aquellos concejales, a sus familiares, a los que les sustituyeron, a los militantes del PP que siguieron en la brecha, si cabe con más énfasis, la lucha por la libertad y contra el terrorismo.
El Gobierno de Aznar se reunió con la dirección de la banda que había ordenado todos esos crímenes cuando los asesinos de los concejales del PP no habían sido detenidos. Lo hizo en mayo de 1999, cuando aún no se había cumplido un año del asesinato del último concejal del PP, Manuel Zamarreño. De manera que si aceptamos el calificativo de inmoral para la reunión entre dirigentes del PSE-PSOE y HB, que se produjo después de tres años sin un solo asesinato, no sé qué calificativo debería poner Mariano Rajoy a la reunión mantenida por representantes del Gobierno de Aznar con los asesinos que habían ordenado exterminar a los concejales de su partido. Quedamos a la espera.

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