Personas y personos.
Mucho se ha discutido sobre la conveniencia de decir “jóvenes y jóvenas” en lugar de “jóvenes”; “vascos y vascas” en lugar de “vascos”; o “todos/as los/las trabajadores/as” en lugar de “todos los trabajadores.”
Es sabido que el género gramatical no se refiere al sexo biológico sino a otro orden. Así, la justicia no es una mujer, aunque se la represente como tal (y además con los ojos tapados como queriendo representar que es ciega, cuando se imparte). Del mismo modo, puede haber mujeres y hombres policías, aunque este cuerpo, como institución, se escriba en “femenino”: la policía. Así, ante un altercado callejero, los vecinos del barrio “llamaron a la policía” y no “al policía”, porque entonces estaríamos indicando que solamente habría acudido uno, el único existente en plantilla.
Una actitud revisionista como la descrita al principio de este comentario (“todos/as los/las trabajadores/as”) nos llevaría a cambiar las titulaciones de los agentes de la autoridad por el de “policío”, para los varones, y “policía” para las mujeres… En fin, a todas luces absurdo. Absurdo, sí, pero al parecer, en sintonía con la corrección política.
Hasta hace poco tenía bastante claro que, detrás de este movimiento, el de lo políticamente correcto, se escondían intereses ideológicos de distinto pelaje. En realidad, la corrección política no es otra cosa que ideología, pero no ideología, en el sentido de Zapatero (en su célebre prólogo a un libro de Jordi Sevilla escribió: "Ideología significa idea lógica y en política no hay ideas lógicas, hay ideas sujetas a debate que se aceptan en un proceso deliberativo, pero nunca por la evidencia de una deducción lógica"), sino, como ha expuesto Gustavo Bueno, ideología como “sistema de ideas en el que se formulan los intereses generales de un grupo o clase social cuando se enfrenta con otros grupos o clases sociales.”
Pues bien, acabo de abandonar esta idea. No hay tal lucha ideológica. La clave me la dio mi hija, de tres años de edad. Hace unos días le comenté que "nuestro perro hace caca, como las personas". Le dije que ella es una persona, y que yo también soy una persona… su respuesta, inmediata, fue: no, tú eres un “persono”, yo soy una persona, su hermano es un “persono” y mamá es una persona… De este modo, para la niña, los hombres somos “personos” y las mujeres son personas. En definitiva, pensé, detrás de la corrección política no hay ideología sino la mentalidad de una niña de tres años… Así, personas y personos; vascos y vascas; progenitores A y progenitores B; todo en la línea, supongo, de dar respuesta a ese artículo 11 de la Ley orgánica para la (des)igualdad: “implantación de un lenguaje no sexista en el ámbito administrativo y su fomento en la totalidad de las relaciones sociales, culturales y artísticas”. ¡Que Dios nos pille confesados/as!
Es sabido que el género gramatical no se refiere al sexo biológico sino a otro orden. Así, la justicia no es una mujer, aunque se la represente como tal (y además con los ojos tapados como queriendo representar que es ciega, cuando se imparte). Del mismo modo, puede haber mujeres y hombres policías, aunque este cuerpo, como institución, se escriba en “femenino”: la policía. Así, ante un altercado callejero, los vecinos del barrio “llamaron a la policía” y no “al policía”, porque entonces estaríamos indicando que solamente habría acudido uno, el único existente en plantilla.
Una actitud revisionista como la descrita al principio de este comentario (“todos/as los/las trabajadores/as”) nos llevaría a cambiar las titulaciones de los agentes de la autoridad por el de “policío”, para los varones, y “policía” para las mujeres… En fin, a todas luces absurdo. Absurdo, sí, pero al parecer, en sintonía con la corrección política.
Hasta hace poco tenía bastante claro que, detrás de este movimiento, el de lo políticamente correcto, se escondían intereses ideológicos de distinto pelaje. En realidad, la corrección política no es otra cosa que ideología, pero no ideología, en el sentido de Zapatero (en su célebre prólogo a un libro de Jordi Sevilla escribió: "Ideología significa idea lógica y en política no hay ideas lógicas, hay ideas sujetas a debate que se aceptan en un proceso deliberativo, pero nunca por la evidencia de una deducción lógica"), sino, como ha expuesto Gustavo Bueno, ideología como “sistema de ideas en el que se formulan los intereses generales de un grupo o clase social cuando se enfrenta con otros grupos o clases sociales.”
Pues bien, acabo de abandonar esta idea. No hay tal lucha ideológica. La clave me la dio mi hija, de tres años de edad. Hace unos días le comenté que "nuestro perro hace caca, como las personas". Le dije que ella es una persona, y que yo también soy una persona… su respuesta, inmediata, fue: no, tú eres un “persono”, yo soy una persona, su hermano es un “persono” y mamá es una persona… De este modo, para la niña, los hombres somos “personos” y las mujeres son personas. En definitiva, pensé, detrás de la corrección política no hay ideología sino la mentalidad de una niña de tres años… Así, personas y personos; vascos y vascas; progenitores A y progenitores B; todo en la línea, supongo, de dar respuesta a ese artículo 11 de la Ley orgánica para la (des)igualdad: “implantación de un lenguaje no sexista en el ámbito administrativo y su fomento en la totalidad de las relaciones sociales, culturales y artísticas”. ¡Que Dios nos pille confesados/as!